Nabis, el nacimiento de una profecía artística
El movimiento Nabi, fue una de las corrientes postimpresionistas en Paris. Nació de una “profecía” que prometía una nueva era de la pintura.
Francia se acercaba al siglo XX y varios movimientos modernistas empezaban a tomar forma. Inspirados por los impresionistas, se unieron para desafiar los límites del arte. Como otros grupos, giraban en torno a estilos, gustos o técnicas compartidas.
Los Nabis surgieron en 1888 y se disolvieron en 1900, fundados por un joven estudiante de arte, Paul Sérusier. Sus seguidores fueron Maurice Denis, Pierre Bonnard, Edouard Vuillard, Paul Ranson, Xavier Roussel y Felix Vallotton. Muchos estudiaban en la misma escuela y unidos pretendían revitalizar la pintura usando forma y color como medio de expresión personal, no como descriptores objetivos.
El poeta simbolista Henri Cazalis les bautizó con el nombre de Nabis, término derivado de una palabra hebrea y árabe.
Nos dio un nombre que nos hizo sentir como iniciados, una especie de sociedad secreta con tendencias místicas, en un estado de fervor profético.
Era como un guiño a la naturaleza devota y casi espiritual de su hermandad artística. Se nutrían de textos de sabiduría oriental y de obras esotéricas, muy de moda en la época.
Nabis significa profetas, iluminados, atrapados en éxtasis, los que reciben palabras del más allá, inspirados por Dios.
En 1890, Maurice Denis, con solo 18 años de edad, escribió La definición del Neotradicionalismo, un manifiesto del grupo que invitaba a los lectores a recordar la esencia de la representación figurativa:
Un cuadro, antes de ser un caballo de batalla, un desnudo femenino o una especie de anécdota, es esencialmente una superficie plana cubierta de colores armonizados con un cierto orden.
Paul Sérusier, de 24 años, estudiaba en la Académie Julien, la mas prestigiosa escuela de arte privada. En el verano se unió a una comunidad de artistas en Pont-Aven, un pintoresco pueblecito en Bretaña (Francia). Su mentor principal fue el pionero postimpresionista Paul Gauguin.
Sérusier pintó El talismán, un paisaje virtualmente abstracto. Sus compañeros de la academia, Denis, Bonnard y Ranson enseguida la adoptaron como la pintura inaugural de los Nabis.
La obra refleja el estilo característico de Gauguin: pinceladas planas, formas expresivas y una paleta de vivos colores. Lo más importante es que ilustra la idea de la “pintura pura” que ellos admiraban.
Los Nabis tenían un enfoque basado en las sensaciones. Su filosofía era que todos los artistas debían liberarse de los yugos que imponía la necesidad de copiar al instinto libre de los creadores.
Fortalecido por este nuevo enfoque de la pintura, el movimiento Nabi se consolidó rápidamente. Al año siguiente, el grupo celebró su primera exposición, aunque no la titularon con el nombre de Nabis, sino como Grupo impresionista y sintetista. Fue en el Café des Arts, un local vanguardista muy cerca del pabellón de arte de la Feria Mundial de Paris en 1889.
Un año después, el grupo consiguió alquilar un estudio en la calle Pigalle, Paris. Aunque descrito cómicamente como “del tamaño tan grande como un pañuelo de bolsillo”, este lugar fue clave para los jóvenes artistas. Además de servir como centro para que los vanguardistas se reunieran e intercambiaran ideas, también permitió al grupo Nabi, desarrollarse y florecer.
Fascinados por el orientalismo y el japonismo, se sentían impregnados de las obras de músicos de su tiempo: Eric Satie y Debussy.
Al igual que la obra de los Postimpresionistas, sus pinturas, no se adhirieron a un estilo específico. En cambio, si estaban unidas por un objetivo común: evocar emociones en lugar de replicar la vida real.
Los cuadros Nabis tienen ciertas similitudes estéticas: estilización de formas, líneas decorativas con arabescos entrelazados y bloques de color mate. Siguiendo los pasos de Gauguin utilizaron total libertad en sus pinceladas.
Se inspiraron en la estética de los grabados japoneses que empezaban a llegar a Europa, con la revista Japon Artistique. Vuillard poseía una importante colección de objetos japoneses.
Otra característica clave es que pintaban formas deliberadamente planas, sin volúmenes. Renunciando a la perspectiva, quedaban liberados de los límites espaciales del mundo real.
Estoy tratando de pintar lo que nunca he hecho: reproducir la impresión que uno tiene al entrar en una habitación. Veo todo y al mismo tiempo nada.
La influencia japonesa es evidente, no solo en las pinturas Nabis, sino también en las artes decorativas. Además de lienzos convencionales, plasmaron sus pinturas sobre biombos. Este nuevo enfoque les llevó un paso más allá.
También crearon bocetos para tapices, cerámica y vitrales. En 1892, también comenzaron a diseñar escenografías y vestuario para el teatro. Esta relación pronto les llevó a crear carteles, programas teatrales y artes gráficas.
A finales de la década, los Nabis abandonaron estas formas de arte de vanguardia, volviendo a sus devotas raíces pictóricas hasta disolverse en el año 1900.
¿Por qué decidieron separarse? Años más tarde, uno de los miembros fundadores Edouard Vuillard explicó que su trabajo se había vuelto obsoleto con la aparición de otros movimientos cada vez más modernos.
La marcha del progreso fue muy rápida. La sociedad estaba lista para acoger al Cubismo y al Surrealismo antes de que hubiéramos alcanzado lo que habíamos imaginado como nuestra meta. En cierto modo, nos encontramos como suspendidos en el aire.
Los pintores más destacados del grupo Nabi se unieron a otras corrientes a principios del siglo XX. Vuillard, por ejemplo, se volvió realista, mientras que Bonnard exploró una amplia gama de estilos hasta su muerte en 1947. Su legado ha permanecido relativamente intacto.
Aunque a menudo eclipsado por diferentes estilos sucesivos, el movimiento Nabi abrió el camino a los modernistas interesados en una nueva forma de interpretar el arte tradicional. Esta fue una paradoja profetizada por Maurice Denis en su manifiesto:
El neotradicionalismo no puede perder el tiempo con febriles psicologías aprendidas ni sentimentalismos literarios que requieren una explicación del tema. Todas esas cosas que no tienen nada que ver con su propio dominio emocional. Ha llegado la etapa donde es posible hacer síntesis definitivas. Todo está contenido en la belleza de la obra.
