Alvin Ailey, un maestro de la danza en luz y sombra
Alvin Ailey fue un bailarín, director, coreógrafo y activista estadounidense que fundó la compañía Alvin Ailey American Dance Theater en 1961.
Su sueño era formar artistas negros y expresar la universalidad de los afroamericanos a través de la danza.
El Whitney Museum de Nueva York presenta la exposición «Edges of Ailey» (25 sep. 2024 – 9 feb. 2025) con 80 artistas, entre ellos los pintores Jean-Michel Basquiat y Geoffrey Holder, también bailarín y coreógrafo. También se muestran escritos personales de Alvin:
Soy un hombre negro cuyas raíces están en el sol, la tierra del sur, espirituales blues, mi iglesia gospel y la gente de la calle cuyas vidas están llenas de belleza, miseria, dolor y esperanza.
Nacido en 1931, Alvin fue criado por una madre soltera muy pobre. Pasó grandes penurias de niño en una Texas rural. Su mundo eran los blues, el gospel y canciones de iglesia.
La historia de Ailey fue puro sacrificio. Partiendo de durísimos recuerdos de infancia, creció sin dinero, asistiendo a los servicios de una iglesia baptista y poseído por sus sueños.
Con su madre, se mudó a California donde comenzó a bailar con 18 años. Más tarde estudió en Nueva York y dedicó su vida a la danza.
Ailey fue un bailarín incomparable, un visionario con visión de futuro y uno de los coreógrafos más importantes del siglo XX. Su trabajo cambió el curso de la danza moderna para siempre y su legado sigue vivo hoy.
Estaba convencido de que uno de los tesoros más ricos de su país era la herencia cultural de los afroamericanos, a veces tristes, a veces jubilosos, pero siempre esperanzados.
Enseñamos a la gente a sentir, a poseer sus propios sentimientos. Creo que la danza proviene de la gente y que siempre debe ser devuelta a la gente.
Ailey creó 79 piezas de danza. Murió de SIDA en 1989, con 58 años. Cinco mil personas asistieron a su funeral.
La compañía no era exclusivamente un show de su propio trabajo.
Hoy, la compañía continúa la misión de Alvin presentando danzas importantes del pasado y encargando otras nuevas. Madonna estudió con Alvin Ailey, antes de convertirse en un icono cultural.
El Whitney Museum de Nueva York, se ha convertido en un santuario para su espíritu danzante, una simbiosis del arte visual y la belleza efímera de la danza.
La exposición de Danza de Alvin Ailey, no se limita al escenario: late a través de fotografías, momentos inmóviles de cuerpos fugaces, expresiones de gracia y desafío, capturadas para siempre por las lentes de fotógrafos magistrales.
Estas fotografías, diálogos de luz y sombra, forma y color, son ventanas al alma de Alvin.
Cuentan historias de movimiento y cultura. Así pervive el poder de las coreografías de Ailey, extendiendo sus raíces hacia otras formas de arte, con ramas hacia la música, la pintura y la fotografía.
Fotógrafos, cazadores de movimiento
Los bailarines son inmortalizados a través de las lentes de artistas que se convirtieron en el ojo de la danza, traduciendo la energía cinética en imágenes estáticas pero poderosas.
Jack Mitchell es conocido por sus retratos icónicos de artistas, músicos y bailarines. Su profundo aprecio por el cuerpo humano y su conexión con el mundo de la danza lo convirtieron en un aliado natural de Alvin.
Sus fotografías, íntimas y grandiosas, muestran el físico de bailarines y la agitación y alegría internas que impulsan sus cuerpos a través del escenario.
Martha Swope, otra leyenda detrás de la cámara, tomó fotografías con profundo conocimiento del movimiento. Sabía cómo debería verse el cuerpo en cada giro y salto, capturando el momento preciso que cuenta una historia.
Su ojo detiene el tiempo, captando movimientos fugaces.
John Lindquist sentía un profundo amor por la danza y comenzó centrándose en Martha Graham, otra pionera de la danza moderna. Sus fotografías en blanco y negro capturan la crudeza de las primeras coreografías con imágenes simples, casi esculturales, como si los bailarines estuvieran tallados en mármol.
Ofrece una visión de la evolución artística de Ailey, mostrando el ascenso del joven coreógrafo cuya visión cambió el mundo de la danza.
Max Waldman dejó una marca indeleble con dramáticos retratos de danza. Fotógrafo de teatro, sus imágenes están llenas de contrastes: luz – oscuridad, quietud – movimiento. Parecen pinturas, con bailarines suspendidos en el tiempo, como figuras en un lienzo.
Usando sombras, evoca profundidad emocional, donde alegría, tristeza y resistencia se entrelazan en cada movimiento.
La coreografía de Alvin Ailey no vivió únicamente en el mundo de la danza. Su trabajo trascendió el escenario, influyó en otras formas de arte y se convirtió en fuente de inspiración para artistas visuales, músicos y poetas.
Los bailarines de Ailey se convirtieron en musas de pintores y escultores. El ritmo de sus obras, los motivos visuales de lucha, libertad y fe, encontraron eco en las pinceladas de pintores como Jacob Lawrence y Romare Bearden.
Estos artistas, como Ailey, exploraron la experiencia afroamericana, ahondando en la complejidad de la identidad, la comunidad y la búsqueda de la redención espiritual.
Los movimientos de sus bailarines, arraigados en historia y espiritualidad, inspiraron a otros artistas que deseaban contar historias de lucha, liberación y alegría.
En la música, Alvin escogió bailar en armonía con composiciones de grandes músicos negros: espirituales gospel tradicionales, blues y el jazz de Duke Ellington.
Sus bailarines se expresan al ritmo de la música creando una profundidad emocional que, como una armonía perfecta, resuena profundamente en el alma.
La coreografía de Ailey es poesía en movimiento. Los movimientos de sus bailarines son metáforas que cuentan historias de amor, dolor, libertad y esperanza.
La influencia de la obra de Ailey seguirá repercutiendo en las artes, como testimonio duradero del poder de la danza para expresar lo inexpresable. Ailey tuvo un inmenso impacto en el mundo de la danza.
Ailey II, fundada en 1974, ofrece a los bailarines que inician su carrera una experiencia vital para formarse y hacer la transición de estudiante a bailarín profesional. Cuentan con el edificio más grande de Estados Unidos dedicado a la danza.
En 2014, el presidente Barack Obama seleccionó a Ailey para recibir póstumamente la Presidential Medal of Freedom (Medalla de la Libertad).
En cada fotografía, cada movimiento suspendido en el tiempo, admiramos la danza como herencia del legado de Alvin Ailey, una danza que nunca termina, una danza que es el lenguaje oculto del alma.