Renoir y Cezanne en Milan
Si hay dos pintores que no colgaría juntos en mi casa son Pierre Renoir y Paul Cézanne. Este contraste es justo lo que encontramos en Milán.
La muestra expuesta en el Palazzo Reale de Milan procede de dos museos parisinos: L’Orangerie y Orsay.
Ambos son opuestos, antagonistas y equidistantes. Aunque coincidieron en tiempo y lugar, son el ying y el yang, nada que ver uno con otro. Vivieron en Paris en la época de mayor efervescencia artística, fines del Siglo XIX y principios del XX.
Renoir era solo dos años mas joven que Cezanne. No solo sus estilos pictóricos son totalmente diferentes, sino también su visión del mundo y lo que desean transmitir con su arte.
Renoir tiene pinceladas sueltas, ágiles y una técnica impresionista impecable. Pinta todo lo agradable, cálido y amable: mujeres, niños, fiestas, bailes… En cambio Cezanne es un serio estudioso que investiga la ruptura de los colores sobre un mundo austero. Pinta una y otra vez el mismo monte, sesudos jugadores de cartas, bodegones… Su paleta es oscura, tirando a seca, mientras que la de Renoir es jugosa y efervescente.
Si tuviera que definirles con una sola frase, diría que Renoir pinta con el corazón y Cezanne con el cerebro.
Es verdad que Cezanne, abrió las puertas a la abstracción, todo un inmenso futuro para el mundo del arte. Paul fue la antesala del Cubismo y sus lienzos de colores fragmentados fueron el prólogo de obras clave como “Las señoritas de Avignon” de Picasso y los bodegones de estilo Cubismo sintético de Georges Braque y Juan Gris. Cezanne fue pionero en prescindir de la realidad para sumergirse en la abstracción. Su influencia fue inmensa para generaciones de artistas posteriores.
En ese sentido, valoro su investigación que aportó grandes novedades y transformaciones en el arte. Pero, personalmente, me quedo con Renoir. Pierre es el pintor del optimismo y la felicidad. Sus cuadros transmiten paz y la alegría de vivir. Con sus pinceles captó, con infinita delicadeza, los momentos de máxima felicidad de adultos y niños. Retrató damas, captó la infancia con ternura, jovencitas tocando el piano, bailes en fiestas privadas y parques al aire libre y sensuales desnudos. Está claro que le encantaban la música, el baile y las fiestas. Algo que jamás se le ocurrió pintar a Cezanne.
El ejemplo de Renoir fue vital para movimientos como el Fauvismo y el Postimpresionismo. Sus pinturas vívidas crearon un puente con coloristas desde Rafael, Rubens, Watteau, Delacroix… hasta los gigantes del siglo XX: Matisse y Picasso.
Choque de titanes podría ser el título de esta exposición que explora los mundos personales, tan lejanos, de estos dos artistas clave del Impresionismo.
Al cumplirse 150 años de la fundación del movimiento artístico, 52 obras maestras de estos dos franceses han viajado desde Paris al Palazzo Reale, Milan, junto con dos cuadros de Picasso, a quienes inspiraron.
El Impresionismo nació cuando un grupo de pintores de pinceladas atrevidas, fueron rechazados por el Salón de Paris. Entre otros, Monet, Cezanne y Renoir, se separaron del centro oficial, respaldado por el gobierno y montaron su propia exposición: el Salón de los Independientes.
Los jóvenes rebeldes que exploraban los efectos de luz y color, escandalizaron con sus brochazos y pinceladas rápidas.
Las pinturas van desde 1870 hasta principios del siglo XX. Renoir y Cezanne formaron parte de la aventura impresionista, antes de abandonarla para seguir sus propios rumbos. Cezanne se decantó por estructuras geométricas extremadamente fuertes, mientras que Renoir mantuvo su toque vibrante y sensible.
El solitario Paul entabló amistad con el jovial Pierre. Con el paso de los años, continuaron su amistad a pesar de sus personalidades opuestas. Renoir visitó la casa de Cezanne en el sur de Francia, varias veces entre 1880 y 1890.
Abordan temas similares: paisajes, desnudos y naturalezas muertas. Pero sus enfoques artísticos varian, desde las atrevidas pinceladas de Paul centradas en las formas hasta el toque más sensual de Pierre que busca capturar la luz moteada.
Es interesante observar las sorprendentes diferencias en sus bodegones, «Jarrón de paja, azucarero y manzanas» de Cezanne y «Melocotones» de Renoir.
Cezanne nos da la estructura esencial de los objetos y así nos cede su visión del mundo. Por el contrario, Renoir capta la inmediatez del momento, nos regala la sensación del mantel, sus pliegues, la suavidad de la fruta y el reflejo de la luz sobre la loza.
La carrera de Renoir fue una montaña rusa de éxitos y rechazos, de conexión y distanciamiento con el grupo impresionista. Pero hasta hoy, su arte continúa planteando la pregunta que él mismo expresó:
¿Por qué el arte no debería ser bonito? Ya hay suficientes cosas desagradables en este mundo.
Sus experimentos pictóricos crearon un lenguaje visual completamente moderno y marcaron el territorio artístico donde el movimiento creció hasta influir durante las décadas siguientes.
Podríamos argumentar que Renoir y su colega Monet son para el impresionismo lo que Pablo Picasso y Georges Braque son para el Cubismo.
Renoir fue el primero entre sus colegas en reconocer el callejón sin salida que presentaba el impresionismo. Aunque a Paul Cezanne se le suele atribuir el mérito de tratar de «hacer del impresionismo algo sólido y duradero como el arte de los museos«, Renoir destapó por primera vez la crisis del movimiento.
Su combinación de modernidad y tradición tuvo una gran influencia en la siguiente generación de artistas, como Pierre Bonnard, Pablo Picasso, Henri Matisse y Maurice Denis, quienes coleccionaron su obra.
Renoir tiene una paleta vibrante y luminosa que lo convierte en un impresionista muy especial. Sus obras más representativas son El columpio, Moulin de la Galette, Dèjeuner des canotiers y Los bañistas. Sin duda transmiten una pura “Joie de vivre”, la alegría de vivir.
En la exposición se han recreado los talleres de Renoir en Cagnes-sur-Mer (sur de Francia) y el de Cezanne en su casa de Aix-en-Provence.
Ambos artistas, Renoir sensual y alegre con Cezanne estructurado y austero, fueron, junto con Monet, los padres fundadores del Impresionismo francés.
“Cezanne – Renoir, Capolavori dal Musée de l’Orangerie e dal Musée d’Orsay”
- Palazzo Reale, Milan
- 9 marzo – 30 junio, 2024
