Blue Dream, una casa de luz y olas
Esta mágica casa de playa en los Hamptons de Nueva York es un poema viviente que celebra el amor por el arte, un experimento arquitectónico de DS&R.
Esta casa no construida, sino soñada, se alza donde el Atlántico besa la arena y la hierba de las dunas danza al ritmo de las mareas.
Los arquitectos neoyorquinos Elizabeth Diller, Ricardo Scofidio y Charles Renfro grabaron en East Hampton un poema en vidrio, fibra de vidrio y espuma. Lo llamaron Sueño Azul.

Blue Dream no es solo una casa. Es un poema compuesto de espacio y forma, escrito por quienes se atrevieron a preguntarse:
«¿Y si el hogar pudiera sentirse como una obra de arte?”.
Construida en 2017, fue concebida no solo como vivienda, sino como una escultura gigante y Sancta sanctórum espiritual.
Fue un encargo de Julie Taubman, artista, escritora y fundadora del Museo de Arte Contemporáneo de Detroit, y su esposo Robert Taubman, magnate empresarial.
Querían un escondite santuario, abierto al viento, moldeado por la luz, bañado por la brisa marina.

Arquitectura de curvas que respiran
Blue Dream no es una casa que se conforme, fluye.
Su forma desafía la ortodoxia de rectángulos y ángulos rectos.
Esta casa de playa vibra con curvas, su tejado ondulante evoca una duna en reposo, una ola en la cresta o una vela impulsada suavemente por el viento.
El tejado, una maravilla de la artesanía moderna, está hecho de fibra de vidrio y espuma, una técnica prestada de la construcción naval y el diseño aeroespacial, aplicada con reverencia a la arquitectura.
El resultado es una estructura tan ligera que parece flotar, una vela celestial suavemente anclada a la tierra.
Su tejado respira, protegiendo pero nunca oprimiendo.
Bajo él, los espacios no están divididos, sino más bien invitando, transiciones fluidas de una habitación a otra, como un fluir de brisa marina, la secuencia de pensamientos en un sueño.
No hay pasillos, ni barreras al movimiento. Un espacio cede ante el siguiente: una biblioteca se transforma en una galería, una cocina suspira en una sala de estar. Cada cambio está marcado por un sutil cambio de material, tono y luz. La casa seduce con serenidad.

De luz, mar y cielo
La luz habita en Blue Dream. Entra sin permiso.
A través de enormes paneles de vidrio, claraboyas recortadas cuidadosamente, la línea del tejado, aperturas que parecen todo menos ventanas.
La luz de la mañana salpica los suelos de cemento pulido. La luz del mediodía danza sobre los muebles de madera.
Al anochecer, la casa brilla desde adentro: una linterna ahuecada en el horizonte.
Desde casi todos los ángulos, el Atlántico es visible, no como una postal, sino como viva presencia. Brilla en la conciencia, un hilo de plata tensado en la costura del cielo. La casa no compite con el mar: comulga con él. Escucha.

La huella de Julie
Esta es la casa de Julie, conserva su energía vital.
La artista no era una clienta pasiva. Julie fue su soñadora, cocreadora, el alma en la cáscara.
Julie deseaba una casa curva, cuestionando la necesidad de rincones. Deseaba un hogar que pudiera sentir con los pies descalzos, en el aliento del silencio, entre el arte y el sueño.
Su huella está en todas partes. La puerta principal se abre con tiradores de bronce fundidos con la forma de sus propias impresiones, un eco de tacto eterno.
Los interiores fueron seleccionados por sus ojos: obras de arte de amigos, esculturas de su colección privada, muebles diseñados a medida en colaboración con artesanos como Michael Lewis.
El efecto no es opulencia, sino intimidad. Cada objeto se siente elegido, amado, vivido.
Julie falleció en 2018, poco después de la finalización de la casa. Aunque solo vivió un verano completo entre estas paredes, su espíritu aún ronda por Blue Dream.

Monumento a lo inmaterial
Blue Dream no es meramente Modernista, aunque comparte la reverencia del movimiento por lo material y la claridad.
No es orgánica, aunque imita la topografía sobre la que se asienta.
Se percibe como una instalación de arte a una escala rara vez vista. Es inmersiva, cinética, más coreográfica que constructiva.
Diller Scofidio & Renfro, cuyos proyectos incluyen el High Line y The Shed en Nueva York, aportaron su filosofía.
La arquitectura dialoga con el paisaje y la memoria. La casa de playa no es estática, está en perpetuo dinamismo: abierta y cerrada, curva y plana, visible e invisible.
Es inevitable recorrer sus pasillos con reverencia, como se pasearía por una capilla construida para el amor eterno, como el Taj Mahal en Agra (India).

Diálogo con la naturaleza
LLama la atención el respeto por el entorno. La casa no domina su parcela, se integra.
El paisaje, diseñado por Hollander Design, extiende el lenguaje arquitectónico hacia el exterior.
Se introdujeron dunas, se plantaron hierbas autóctonas con la humildad del diseño, no del paisajismo.
Las aguas pluviales se aprovechan y se tiene en cuenta la fauna de pájaros.
Incluso el tejado, de color claro y delicados materiales, es un guiño a la sostenibilidad.
Blue Dream no se anuncia desde la carretera. Se encuentra por sorpresa, como una concha excepcional escondida en la arena.

Epílogo sentimental
Julie Taubman no vivió para envejecer en esta casa. Pero Blue Dream no se siente como final sino como canción de esperanza.
Conserva su voz, su pasión por unir arte y vida, vida y belleza. La casa guarda recuerdos como un cáliz guarda un exquisito vino.
Cuando los amigos la visitan, dicen que todavía la sienten aquí: en la curva del sofá, la ubicación de una escultura, en el viento danzando por un pasillo…
La casa fue el sueño de Julie y ahora el refugio de Robert. Es el experimento y el logro arquitectónico de Diller Scofidio & Renfro, un secreto oculto en East Hampton y la estrella mas desconocida del diseño contemporáneo.
Robert Taubman describió Blue Dream como “una obra de arte habitable”. Pero, es más aún: es arte con alma, un monumento al recuerdo de un amor efímero, un moderno Taj Mahal.