Magritte

María de Juan

Magritte, mago del absurdo

Magritte es, junto con Dalí, el artista surrealista que mas ha jugado con las imágenes… y con nosotros. Es un maestro creando incógnitas con sus pinceles.

Como buen surrealista, el pintor belga jugó a desconcertar para sembrar en el espectador la duda de la realidad en sus imágenes. A diferencia de los surrealistas franceses, que se lo tomaban muy en serio, Magritte apostó por la ironía.

Sus guiños o juegos que se repiten, son de varios tipos. A veces cambia el tamaño de las cosas, agigantándolas o encogiéndolas. Otras veces fragmenta objetos o figuras en varias piezas, como si se tratara de un puzzle, deshumaniza, inventa, desubica… en una palabra nos desconcierta con cada uno de sus lienzos.

«He encontrado una posibilidad nueva que tienen las cosas, la de convertirse gradualmente en otra cosa, un objeto se funde en otro objeto distinto de sí mismo. Así consigo cuadros donde la mirada debe pensar de una manera completamente distinta de lo habitual»

Juegos de tamaños

Como Alicia en el País de las maravillas (de Lewis Carrol), el universo inventado por Magritte está llenos de objetos que se vuelven gigantescos o paisajes y figuras que se vuelven diminutos.

Así nos ofrece un brindis imaginario con una copa transparente y cristalina depositada sobre un paisaje bucólico junto a un pequeño río. Por si el contraste no fuera bastante desconcertante, la copa está vacía pero sobre ella se posa, a modo de corona, una gran nube de un blanco inmaculado.

El efecto de cambiar las escalas de las cosas es una de los trucos mentales mas constantes de su obra y se ha denominado como Megalomanía.

Magritee, Le cord sensible.

Juegos de fragmentación

Viendo algunos de los desnudos de Magritte, no puedo evitar recordar las muñecas Matrushkas rusas, donde cada una se abre en dos partes para descubrir otra mas pequeña dentro de ella y así sucesivamente.

El artista pintó varios cuadros, como Delirios de grandeza donde nos presenta un torso femenino, sin cabeza, ni brazos, ni piernas. Si esto ya significa que está desfragmentado, el va mas allá pues lo corta en dos o tres partes, disminuyendo el tamaño progresivamente, para hacer que encajen cada uno dentro del anterior.

El hecho de que sus mujeres aparezcan, casi siempre como figuras sin cabeza, puede ser una reminiscencia de la muerte de su madre.

Magritte

En estos extraños desnudos, no se conforma con desfragmentar la figura, también lo hace con el cielo. Los fondos son de una originalidad inmensa pues transforma el cielo en cuadrados cúbicos entrelazados entre si, como jugando entre nubes.

Solo estos cielos, podrían haber sido el tema principal para toda la obra de un artista (como el caso del pintor holandés Escher), pero en este caso, son simplemente un telón de fondo del motivo principal.

Magritte

Juegos de deshumanización

Otra de sus técnicas para transformar la realidad en algo más onírico y mágico, es la de deshumanizar sus figuras. Es el caso del retrato desnudo de su mujer, medio humana, medio escultura.

Esta vez, si le pinta cabeza, brazos y piernas, pero solo es humana desde las piernas hasta la cintura, a partir de allí su piel se va transformando gradualmente en gris, hasta convertirse en una cabeza pétrea, como una escultura inexpresiva que recuerda los retratos de los nobles patricios en el imperio romano.

Para dar contraste a este rostro impávido, casi de muerta, la contrarresta con una paloma blanca, mucho más viva que ella, posada sobre su hombro. Un nuevo juego comparando quietud y movimiento, feminidad y vida animal.

La mujer, situada delante de un mar con tonos rosados, apoya sus manos sobre una enorme piedra gris que refuerza la sensación pétrea de la propia figura.

Magritte

Juegos de invención

Como buen inventor, Magritte crea objetos y figuras que solo existen en su mente. Una de las mas interesantes, aparece en sus distintas versiones de Sherezade.

Son una especie de rostros, formados por lo que parecen perlas unidas en el aire, donde solo hay tres formas sólidas: los ojos y la boca. A través de las perlas engarzadas, podemos ver el fondo de la escena. En un caso es una playa con un mar detrás en calma total y una enigmática bola sobre la arena.

En otro cuadro, el extraño rostro nos deja ver detrás un cielo con formas cúbicas, sobre una especie de mesa convertida en escenario. Una cortina abierta nos deja ver dos grandes conos con forma de obeliscos y un vaso con agua. Una vez mas, el artista juega con los tamaños, pues los obeliscos suelen ser gigantes y aquí los presenta junto a un objeto tan pequeño como banal: un vaso de cristal.

Juegos de desubicación

Otro de los trucos ópticos, o mejor dicho mentales, de Magritte, es colocar objetos desubicados, en lugares donde no tienen ningún sentido.

Es el ejemplo de la puerta que coloca sobre la arena de una playa, como dando entrada a un mar en calma. Pero es una puerta sin sentido porque no hay casa, es solo una puerta en el aire.

Si no se entiende esta arquitectura inexistente, mas enigmática aún es la nube que se convierte en protagonista. Es casi un ser vivo pues parece estar entrando (o saliendo) por esa puerta mágica como si fuera el habitante de ese lugar sin paredes ni techo.

Hay que comprender que las nubes en la obra de Magritte, son casi seres vivos pues protagonizan muchos de sus cuadros y forman un entorno extraordinario en otros.

«Yo mostraba en mis cuadros unos objetos situados allí donde no se los encuentra jamás. Dada mi voluntad de hacer aullar a los objetos más familiares, estos debían ser dispuestos en un nuevo orden y adquirir un sentido perturbador»

Juego del cuadro dentro del cuadro

El artista juega también con efectos absurdos entre la figura y el fondo. En algún caso, alterna imágenes fragmentadas con paisajes.

Así el retrato ecuestre de una amazona en el bosque, que aparece como camuflada entre árboles en un paisaje imposible donde los troncos de los árboles se mimetizan con la propia imagen de la amazona en lugar de obstaculizar su visión.

Como dato curioso, el artista formó parte de la Société du Mystère (Sociedad del misterio) cuyos miembros se concentraban en investigar todo lo desconocido, invisible y desconocido.

Obras icónicas como Ceci n’est pas une pipe (Esto no es una pipa) con la presencia palabras pintadas y sus juegos ópticos con la figura y el fondo, han dejado una huella única en el imaginario colectivo. Sin duda, su obra es inmediatamente reconocible como suya.

Hombres con sombrero bombín, desnudos, nubes, cortinas y manzanas son algunos de los temas mas recurrentes que se repiten sin descanso en su carrera pictórica. Además de su peculiar estilo, hay algo mas, puramente surrealista: aunque Magritte parece transmitirnos su universo absurdo, había método en su locura.

Sus temas obsesivos vuelven una y otra vez con innumerables variaciones. Crea toda una serie de trampas para mostrarnos que las imágenes pueden ser contradictorias y paradójicas, hacernos creer una cosa y en realidad representar otra.

Pocos artistas han jugado tanto con el espectador como Magritte. Para el artista belga, el mundo es una incógnita indescifrable. Admirando sus enigmáticas pinturas plenas de misterio, me gustaría bautizarle como el mago del absurdo.

Surrealismo mental

Rene Magritte es el mejor pintor surrealista belga (1898-1967), junto a Paul Delvaux. Magritte es conocido por sus juegos mentales con las imágenes mientras que Delvaux se centra en la sexualidad subconsciente. Pero también Magritte tiene una faceta sensual, quizá la menos conocida.

Sus pinturas ingeniosas y estimulantes buscaban que los espectadores cuestionaran sus percepciones de la realidad y se volvieran hipersensibles al mundo que los rodeaba.

La madre de Magritte fue una mujer con tendencias suicidas, lo que llevó a su marido, el padre de Magritte, a encerrarla en su habitación. Un día, ella se escapó y fue encontrada muerta en un río cercano tras haberse ahogado.

Según la leyenda, Magritte, de 13 años, estaba allí cuando recuperaron el cuerpo del río. Cuando la sacaron del agua, su vestido le cubría la cara. Más adelante, este se convirtió en un tema central de muchas de las pinturas de Magritte. En la década de 1920, retrató a personas con telas que cubrían sus rostros.

René comenzó a tomar lecciones de dibujo a los diez años. En 1916 fue a estudiar a la Real Academia de Bellas Artes de Bruselas, donde encontró las clases poco inspiradoras e inadecuadas para su gusto.

No comenzó su carrera de pintura real hasta después de servir en la infantería belga por un corto tiempo y trabajar en una empresa de papel tapiz como dibujante y produciendo carteles publicitarios. Entonces pudo dedicarse a pintar a tiempo completo gracias a un contrato con Galerie le Centaure, lo que le permitió presentar en su primera exposición, que no fue muy bien recibida.

Magritte se ganaba la vida produciendo carteles publicitarios en un negocio que dirigía con su hermano, además de realizar copias de pinturas de Picasso, Braque y Chirico.

Su experiencia con las falsificaciones también le permitió crear billetes de banco falsos durante la ocupación alemana de Bélgica en la Segunda Guerra Mundial. Esto le permitió sobrevivir en los tiempos de escasez económica.

Conocido por sus ingeniosas y provocativas imágenes, el pintor surrealista belga pretendía con su trabajo cambiar la percepción precondicionada de la realidad y forzar al observador a hacerse hipersensible a su entorno.

Al crear imágenes comunes y colocarlas en contextos extremos, Magritte se esforzaba por que sus espectadores cuestionaran la capacidad del arte para representar verdaderamente un objeto.

En sus pinturas, a menudo jugaba con la percepción de una imagen y el hecho de que la pintura de la imagen nunca podría ser el objeto.

El elemento agigantado en sus cuadros puede ser un objeto natural -un desnudo, una manzana, una rosa…-, y con forma redondeada, en contraste con el espacio cúbico y artificial en que está encerrado.

Un experto en este recurso fue el escritor Lewis Carroll, muy admirado por Magritte y reconocido por André Breton entre los precursores del surrealismo.

El caso más evidente de inspiración tomada de la Alicia en el país de las maravillas en la obra de Magritte es la serie de pinturas Delirios de grandeza. Tienen como motivo central un torso escultórico femenino dividido en tres partes huecas, cada una encajada en la siguiente, como en las muñecas rusas o a modo de telescopio.

Cuando la megalomanía se verifica en el exterior, cobra la forma de una ascensión. Agigantamiento y levitación producen el mismo efecto de sacar al objeto o al personaje de su medio y proyectarlo en uno nuevo y neutro, y aparecen más visibles que nunca.

Como los cascabeles que se vuelven gigantescos y se elevan como grandes globos, planetas o naves extraterrestres, o los hombres con bombín que conversan en el aire, o la roca, convertida en motivo principal de varias pinturas tardías.

La esencia de un objeto se revela cuando lo ponemos en una situación insólita o, mejor aún, en una situación incompatible con su tendencia natural.

Sus interpretaciones artísticas influyeron a muchos artistas modernos, incluidos Andy Warhol, Jasper Johnes y Jan Verdoodt. Su arte, que fue especialmente popular durante la década de 1960, también ha influido en numerosas canciones, películas y libros.

El Museo Thyssen-Bornemisza acoge la primera retrospectiva en Madrid del pintor surrealista desde la que le dedicó la Fundación Juan March en el año 1989.

Comisariada por Guillermo Solana, ex Ministro de Cultura y director del museo, la muestra reúne 70 obras, incluyendo pinturas y obra sobre papel, junto a una selección de fotografías y films.

Desde que nació el ideal de mecanizar el trabajo creativo, el pintor René Magritte también fantaseó con un catálogo de artilugios concebidos para automatizar procesos de pensamiento y creación, entre los que se encontraba una máquina universal para hacer cuadros.

Exposición La máquina Magritte en Museo Thyssen, Madrid. 14 septiembre 2021 – 30 enero 2022

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