Lartigue

Maria de Juan

Jacques-Henri Lartigue fotógrafo de la felicidad

Jacques-Henri Lartigue

La paradoja de la fotografía, su generosidad impredecible y su dimensión democrática tiene como ejemplo la obra de Jacques-Henri Lartigue. Al final de su vida, Lartigue fue aclamado como uno de los fundadores de la fotografía moderna. En realidad, fue el mejor de los aficionados.

En una extraordinaria serie de álbumes familiares, reunió un retrato de la Francia de principios de siglo, vista con los ojos de un niño amante de la diversión. Desde 1900 Jacques fue introducido a la fotografía por su padre, Henri Lartigue. Le regaló su primera cámara en 1902 cuando tenía ocho años.

“¡Es maravilloso, maravilloso! Nada será tan divertido. ¡Voy a fotografiar todo, todo!»

Jacques-Henri Lartigue

Desde ese momento, registró incesantemente el mundo de su infancia con paseos en automóvil, vacaciones familiares y hasta los inventos de su hermano mayor Maurice (apodado Zissou).

Nacidos en una familia adinerada, los dos hermanos estaban fascinados por los automóviles, la aviación y los deportes en boga de la época. Jacques usó su cámara para documentarlo todo. A medida que crecía, continuó siendo un apasionado de eventos deportivos, participando y grabando actividades de ocio de élite como el esquí, patinaje sobre hielo, tenis y golf.

En 1911, Jacques estaba totalmente libre de prejuicios como el niño que era. Con sólo diez años, tomaba fotografías que anticipaban los mejores trabajos con cámara pequeña de una generación posterior. Era un niño privilegiado y lo aprovechó al máximo.

Jacques-Henri Lartigue

Partiendo de los protagonistas de sus imágenes, se podría suponer que la vida de su familia estaba enfocada por completo en la búsqueda de felicidad y diversión: la playa, el hipódromo, mujeres hermosas con trajes elegantes, automóviles con conductores temerarios, máquinas voladoras y todo tipo de vehículos estrambóticos. Incluso si Lartigue hubiera sido un fotógrafo común, su documentación de estos temas sería preciosa. Pero en realidad era un fotógrafo de maravilloso talento.

Capturó imágenes memorables del fluir de la vida con la habilidad y el estilo de un gran atleta natural, un atleta visual para quien el mejor juego de todos era el de ver con claridad.

Jacques-Henri Lartigue

«Para mí, la fotografía es captar un momento que pasa y que es verdad».

Pero al joven Jacques, muy consciente de la futilidad de la vida, le preocupaba que sus fotografías no fueran suficientes para resistir el paso del tiempo. ¿Cómo pueden las imágenes tomadas en solo unos segundos transmitir y retener toda la belleza y el asombro que las rodea? Paralelamente a la fotografía, comenzó a llevar un diario, algo que continuó haciendo durante toda su vida. También se dedicó al dibujo y la pintura desde 1915.

Tras asistir brevemente a la Academia Julien de París, se convirtió en pintor profesional. Desde 1922 expuso su obra en París y el sur de Francia.

Jacques-Henri Lartigue

En 1919, Jacques se casó con Madeleine Messager, hija del compositor de música André Messager. Su hijo Dany nació en 1921. Jacques y Madeleine se divorciaron en 1931.

Jacques vivió inmerso en la alta sociedad hasta principios de la década de 1930, cuando el declive de la fortuna familiar le obligó a buscar otras fuentes de ingresos. Pero se negó a renunciar a su libertad y no quiso aceptar un trabajo estable. Prefirió vivir modestamente de su pintura durante las décadas de 1930 y 1940. A principios de 1950, mientras continuaba su carrera como pintor, comenzó a recibir cierto reconocimiento como fotógrafo.

En 1962, con Florette, su tercera esposa, viajó por barco a Los Ángeles deteniéndose en Nueva York. No podía imaginar que al año siguiente tendría allí la primera exposición de su vida en el Museo de Arte Moderno.

Jacques-Henri Lartigue

Para su sorpresa, a los 69 años, Lartigue se convirtió rápidamente en uno de los fotógrafos más famosos del siglo XX.

Jacques Henri Lartigue fue un fotógrafo desconocido hasta 1963 cuando tenía 69 años. Las fotografías de su infancia fueron descubiertas por casualidad por Charles Rado de la agencia Rapho. Este le presentó a John Szarkowski, curador del Museo de Arte Moderno de Nueva York, que organizó una exposición de su trabajo. Tras una vida en el anonimato, sus fotografías se mostraron por primera vez en una exposición individual en MOMA (Museum of Modern Art) de Nueva York.

A partir de entonces, se difundieron fotos suyas en la revista Life en 1963, coincidiendo en el número que conmemoró la muerte de John Kennedy. Esto le proporcionó la audiencia más amplia posible para sus imágenes, presentando su trabajo a un enorme público. Fue entonces, cuando recibió encargos en revistas de moda y fue conocido en otros países fuera de su Francia natal.

Jacques-Henri Lartigue

Un año después, el recién elegido presidente de Francia, Valery Giscard d’Estaing, le encargó su primer retrato oficial. El resultado fue una foto simple sin usar iluminación, utilizando la bandera nacional de fondo. Fue recompensado con su primera exposición retrospectiva francesa en el Musée des Arts Décoratifs en 1975. Después recibió encargos de revistas de moda y decoración durante el resto de su vida.

En 1979, Lartigue firmó un acta donando toda su colección fotográfica al gobierno francés. Fue el primer fotógrafo galo vivo en hacerlo.

También creó la Association des Amis de Jacques Henri Lartigue para conservar y promover su obra. En 1980, se organizó otra exposición “Bonjour Monsieur Lartigue” en el Musée Grand Palais de París. Continuó fotografiando, pintando y escribiendo hasta su muerte en Niza en 1986, a la edad de 92 años. Jacques dejó más de 100.000 fotografías, 7.000 páginas de diarios y 1.500 pinturas.

Jacques-Henri Lartigue

Lartigue es famoso por sus impresionantes fotos de carreras de automóviles, aviones y mujeres parisinas de moda de principios de siglo. Su tema es principalmente su propia vida y las personas y actividades de su entorno.

Cuando era niño, fotografiaba a sus amigos y familiares jugando: corriendo y saltando, compitiendo con cajas de jabón con ruedas, construyendo cometas, planeadores y aviones, escalando la Torre Eiffel, etc.

También fotografió muchos eventos deportivos famosos, incluidas carreras de automóviles y el Gran Premio de Francia, los primeros vuelos de pioneros de la aviación como Gabriel Voisin y Louis Blériot y tenistas como Roland Garros, Lenglen en campeonatos de tenis.

Jacques-Henri Lartigue

Aunque se ve poco en ese formato, muchas de sus primeras y más famosas fotografías fueron tomadas originalmente en estéreo, pero también produjo una gran cantidad de imágenes en todos los formatos y medios, incluidas placas de vidrio en varios tamaños, algunos de los primeros negativos y, por supuesto, película en 35 mm.

Su mayor logro fueron 120 enormes álbumes de fotografías, que componen la mejor autobiografía visual jamás producida. Aunque vendió algunas fotografías en su juventud, principalmente a revistas deportivas como La Vie au Grand Air, siento adulto se concentró en su pintura y así como se ganó la vida. También elaboró diarios escritos y fotográficos en todo momento de su vida.

Jacques-Henri Lartigue

Su primer libro, Diario de un siglo, se publicó en colaboración con Richard Avedon. Desde entonces, innumerables libros y exposiciones en todo el mundo han presentado sus fotografías de Lartigue. Continuó captando imágenes durante las últimas décadas de su vida, logrando finalmente el éxito comercial que anteriormente había eludido a este hombre ajeno a la fama.

Lartigue no tuvo un efecto perceptible en el desarrollo de la fotografía del siglo XX, ya que su trabajo fue prácticamente desconocido durante medio siglo. Cuando su trabajo salió a la luz, pareció confirmar la inevitabilidad de lo que sucedería en la fotografía mucho más tarde. Fotógrafos más maduros y sofisticados llegaron a comprender lo que el niño había descubierto por pura intuición.

Jacques-Henri Lartigue

Lartigue es esencialmente un aficionado amateur de gran talento. Tuvo acceso a los mejores equipos de última generación y un padre apasionado por la fotografía que estaba suscrito a revistas. Simplemente tuvo todas las ventajas. Pero también, a lo largo de toda su vida, supo captar el aspecto del mundo en un instante, comprender cómo se ven las cosas, la esencia de las mujeres y cómo capturar la esencia de momentos precisos.

Por sorprendentes que sean, las imágenes de Lartigue no carecen de precedentes. La fotografía instantánea, que detenía el movimiento como un efecto humorístico, era un cliché del repertorio de aficionados. Lartique simplemente hizo lo que todos los demás estaban haciendo, pero con más estilo y más atrevimiento.

Los saltos al vuelo son una constante en las fotografías de Lartigue, como si el mundo en el cambio de siglo estuviera en el aire. Hay una especie de espíritu de liberación que se muestra en ese momento y Lartigue combina eso con la fotografía de acción. Así obtiene unas imágenes realmente dinámicas. Y para él, parte del chiste, es que estas personas se ven elegantes aunque estén haciendo locas acrobacias.

Jacques-Henri Lartigue

Más conocido como fotógrafo, Lartigue fue además un pintor capaz, aunque no especialmente talentoso, que expuso en galerías de París y del sur de Francia a partir de 1922.

Fue amigo de celebridades literarias y artísticas, como la dramaturga Sacha Guitry, la cantante Yvonne Printemps, los pintores Kees van Dongen, Pablo Picasso y el artista, dramaturgo y cineasta Jean Cocteau. También trabajó en los decorados de los cineastas Jacques Feyder, Abel Gance, Robert Bresson, François Truffaut y Federico Fellini. Muchas de estas celebridades se convirtieron en protagonistas de sus fotografías.

Jacques-Henri Lartigue

Lartigue fotografió a todas las personas con las que entró en contacto, siendo sus musas más frecuentes sus tres esposas y su amante en la década de 1930, la modelo rumana Renée Perle.

“Tomo fotografías con amor, por eso trato de hacerlas objetos de arte. Pero los hago para mí, ante todo, eso es importante «.

Jacques-Henri Lartigue

La palabra aficionado o amateur tiene dos significados. En su sentido clásico, es el antónimo de profesional y se refiere a aquellos que persiguen un objetivo por amor mas que por las recompensas que el mundo puede ofrecerles. En este sentido, a menudo se identifica a los profesionales mas sofisticados en un campo. Muchos de los grandes nombres de la fotografía han sido amateurs tan puros como las flores en primavera. Muchos otros, aunque mercenarios durante la semana, han hecho su mejor trabajo los fines de semana.

El otro y más popular significado de la palabra aficionado, identifica a el que juega con su trabajo, siendo completamente competente, aunque no se tome completamente en serio. Se permite que el profesional sea menos que competente, pero nunca menos que serio. Esta segunda variedad de aficionado generalmente se ve obstaculizada por la ignorancia del oficio y la tradición del medio. Por lo tanto, depende totalmente de su talento y sensibilidad únicos, nativos, como un don por Dios. Pero esto casi nunca es suficiente.

Sin embargo, hay raras ocasiones en las que un talento excepcional, el horóscopo correcto y una nueva técnica sin explotar coinciden en un ser inesperado, por alguien tan ingenuo y sin prejuicios como un niño. En tales casos, los resultados pueden ser asombrosos. Este es el caso de este gran fotógrafo francés que nos dejó un legado artístico exquisito.

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