Burning Man

Maria de Juan

Burning Man: Un festival en el desierto de Nevada.

Burning Man es un gran festival que celebra la música, el arte y la cultura mas rompedora. Es una explosión de creatividad en medio del desierto de Nevada.

Burning Man

Este festival cultural único y surrealista tiene lugar cada año en el Black Rock Desert de Nevada (USA). Atrae a más de 75,000 personas con un único objetivo: rendir culto a la creatividad.

Se construyen, celebran e incluso se queman ritualmente gigantescas instalaciones a gran escala en una absurda ciudad temporal, creada artificialmente en el desierto, tan sólo para 9 días.

Todos los años, a fines de agosto, los asistentes a Burning Man, conocidos como “Burners”, esperan regresar a Black Rock City. Durante 9 días, los asistentes habitan esta ciudad recién construida en un vasto desierto árido. Al final, vuelven a dejar todo como estaba; sin dejar rastro alguno.

Burning Man

El área del festival tiene un diseño en forma de anfiteatro romano. En el centro, hay un gran terreno circular con instalaciones de arte y alrededor, campos de acampada que se extienden kilómetros.

Aparte de una enorme estatua de un hombre en el centro del espacio, no hay ninguna instalación de arte que reaparezca cada año. Esta escultura central se quema anualmente el sábado por la noche para disfrutar de verla arder. La actividad protagonista de la experiencia es admirar e interactuar con estas obras artísticas únicas a gran escala.

Este año, una tormenta de polvo inundó el camino hacia Burning Man. Nubes de polvo blanco y ondulante oscurecían la caravana de autos que serpenteaban por el árido desierto de Nevada. Los viajeros estacionaron en zanjas y cubrieron sus rostros con pañuelos hasta que pasó la tormenta.

Burning Man

El viaje es un ritual de agosto para miles de asistentes que viajan desde todos los puntos del mundo a Black Rock City desde hace casi tres décadas. Muchos artistas se reúnen para construir instalaciones de arte colosales y bailar desnudos en el abrasador calor del verano. Primero vinieron los artistas hippies en la década de 1990. Dos magnates tecnológicos increíblemente ricos llegaron en sus aviones privados dos décadas después. Les siguieron modelos y celebridades.

El año pasado, la política se filtró en el desfile de molinetes y ciclistas con sombrero cuando llegaron un grupo de imitadores del presidente Donald Trump y pusieron casetas para la educación de los votantes. El mejor guiño a la corriente principal del jubileo de la contracultura, es que las esculturas del festival se exhiben por primera vez en el Museo de Arte Americano Smithsonian Museum en Washington.

El origen del evento fue en 1986 cuando su fundador, Larry Harvey, reunió a un grupo de amigos en la playa Baker Beach de San Francisco, para incendiar a un hombre de madera de ocho pies de altura. Larry estaba conmemorando el final de una relación romántica.

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Cada año, más amigos, e incluso extraños, aparecían para mirar la quema de una nueva escultura masculina. Finalmente, también los bomberos acudieron y exigieron que se fueran el Sr. Harvey y su grupo de alegres seguidores se largaran del lugar.

Entonces se trasladaron al desierto Black Rock, al norte de la ciudad de Reno, en 1990. La revista dominical del New York Times escribió sobre la reunión y así surgió el macro festival en 1994, un evento relativamente discreto de tres días de fin de semana.

1.600 personas acudieron para admirar el fuego. La escultura del hombre tenía 40 pies de altura y estaba hecha de madera y luces de neón. El nuevo festival fue descrito como una experiencia espiritual-mística y como una excusa para divertirse en el desierto.

Burning Man

Las festividades tenían una sensación de carnaval techno hippie que más tarde se convirtió en una especie de fiesta de fraternidad aliñada con exhibicionismo, drogas y pintura corporal.

En esencia, Burning Man abrazó el anti-consumismo y un lema que abrazó la auto expresión radical. Según el propio Harvey:

“Si toda tu autoestima se traduce en cuánto consumes, qué gustos obtienes y otras medidas cuantificables, el deseo simplemente de poseer cosas supera nuestra capacidad para hacer conexiones humanas con las personas que nos rodean».

Un nuevo documental, «En busca de la felicidad en Burning Man«, explora la disparidad, entrevistando a muchos asistentes sobre su gama de experiencias, algunas positivas y otras negativas.

A principios de la década del 2000, más de 25,000 personas peregrinaron a Black Rock, muchos desde San Francisco y Europa.

En 2000, Rick Marin, periodista del New York Times, fue con un grupo de amigos de Silicon Valley y describió una escena fascinante y ridícula. «Además de la desnudez, el atractivo de Burning Man es estético«, escribió. Los forasteros tratan de capitalizar la actitud despreocupada del festival. En 2002, los organizadores demandaron a “Voyeur Video”, que grabó a participantes desnudas durante cinco años y vendió las cintas en una web pornográfica.
Tal vez nos sorprenda que en esta era de #MeToo, Burning Man, que se enorgullece de su espíritu libre para el sexo, enfatiza la importancia del sexo consensuado.

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Desde 2012, ha esbozado los procedimientos para tratar la agresión sexual en una serie de publicaciones de su blog oficial. También aborda el consentimiento sexual en su guía de supervivencia.

Brian Doherty, autor de «This Is Burning Man: The Rise of a New American Underground«, comenzó a asistir al festival en 1995. Dijo que la experiencia para los Burners (asistentes) que abrazan los 10 principios de participación comunitaria, no había cambiado mucho en los últimos 20 años. «Realmente han creado un ritual estadounidense”.

Lo que ha cambiado es que el festival, se ha masificado. En 2011, las entradas se agotaron por primera vez, alcanzando precios exorbitantes de reventa. Entonces aparecieron los multimillonarios.

Burning Man se basa en una economía generosa, con nada comprado o vendido, excepto café y hielo. Pero la nueva cosecha de millonarios y multimillonarios asistentes comenzaron a exponer abiertamente su fuerza financiera. Contrataron sirvientes para montar campamentos con aire acondicionado y sacar la basura. Trajeron chefs para cocinar esquisitos banquetes elaborados en cocinas disfrazadas de vehículos recreativos. Luego llegaron las modelos y celebridades. El año pasado, Paris Hilton actuó como D.J.

Los asistentes mas veteranos, los “Burners”, lamentan el aparente final de Burning Man. En 2016, el sitio web de Burning Man publicó un divertido correo explicando todas las formas y motivos que han ido arruinando el festival. Sin duda, como todo, evolucionó. Es un microcosmos de lo que está sucediendo en la sociedad. Todos están tan cómodos como pueden permitirse. Ahora es casi como una gran conferencia. Hay una agenda y seminarios programados. Al principio, fue una experiencia casi individual basada en la improvisación.

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El fundador, Larry Harvey murió en 2019, lo que dará como resultado un nuevo cambio en el festival. La gran noticia es que si uno no puede acudir al desierto, ya es posible, admirar algunas de las esculturas en el Smithsonian Museum de Washington. La primera exposición “No Spectators: The Art of Burning Man” también se expandió más allá del museo, llevando obras de arte a las calles y en el futuro, seguro que llegará a las galerías.

Por último, siempre queda la última carta: explorar navegando por el maravilloso océano de internet donde abundan extraordinarias fotografías del evento (1990-2019). Lo más destacable son sus esculturas, llenas de magia, que nos hacen trasladarnos a las películas de Mad Max o a un mundo infantil como el de Alicia en el País de las Maravillas. La imaginación no tiene límites…

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