Lanzarote y sus veladas interminables se convierten en la inspiración perfecta para una mujer que busca encontrar respirar y encontrar su yo interior.
Encontrar el bienestar interior, respirar a sus anchas y encontrar nuevos motivos de inspiración. Estas son las poderosas razones que llevaron a Julien Fournié a disfrutar de unas idílicas vacaciones en la isla de Lanzarote. ¿Son las mismas que empujan a la mujer a elegir los elegantes diseños pensados por el creador francés?
Poco podría imaginar la isla de Lanzarote que uno de sus huéspedes más ilustres durante las pasadas vacaciones estivales la elegiría musa perfecta para dar forma a una colección plagada de creaciones exclusivas en las que todos y cada uno de los diseños están llamados a envolver las curvas femeninas con una sensualidad desbordante y desmedida.
Para la próxima temporada primavera-verano, Julien Fournié esculpe una mujer elegante que encuentra en las tonalidades propias de las cálidas islas Canarias la paleta más sensual para convertirse en epicentro de todas las miradas.
Así, el modisto de alta costura no duda en elegir el color de la lava, de la arena tostada y el verde de la vegetación isleña para convertir cada una de las combinaciones en piezas exclusivas llenas de distinción.
Y en medio de esta paleta llena de sobriedad desmedida, azules, verdes, morados y grises que se alzan como alternativas perfectas llamadas a deslumbrar en cualquiera de las terrazas de moda de los meses venideros.
Además, Fournié se arriesga a apostar por una clara estética del glamur de los años cincuenta a través de prendas que se ciñen al pecho de la mujer, convirtiéndolo en ansiado objeto de deseo.
De la mano de esta exuberancia arrebatadora, elegantes y clásicas faldas vaporosas a media pierna, que pueden llegar a convertirse en las verdaderas protagonistas de las cálidas veladas veraniegas.
Junto a ellas, vestidos que esculpen figuras perfectas a través de elegantes cortes asimétricos; mangas que insinúan la belleza de tersos brazos y hombros que apenas se dejan entrever; cinturones que marcan el devenir de unas caderas sensuales que evocan sueños de verano; drapeados, gasas y tules… un sinfín de elementos cargados de sofisticación en los que Julien Fournié confía sin dudar para convertir a la mujer en diosa indiscutible de su día a día.
Julien Fournié busca vestir a una mujer valiente y decidida que poco o nada teme a su futuro. Una mujer capaz de mimetizarse con su entorno hasta tal punto que decide envolverse en sus tonalidades más puras para convertirse en una pieza en el escenario que le ha tocado vivir y del que forma parte indisoluble; un mundo al que pertenece y del que quiere formar parte. Un escenario que necesita y que tampoco se entendería sin ese perfil femenino que tan bien sabe esbozar el maestro Fournié.
Y en medio de esta vorágine de sobriedad, algún que otro estampado gráfico realizado a partir de detalles geométricos perfectamente cuidados y medidos en un delicado verde y rosa, que buscan devolver la feminidad más pura a una mujer que, para Julien Fournié, debe huir del ornamento desmedido y desorbitado y caminar ajena al glitter y a las lentejuelas que acaban restándole ese resplandor y brillo natural que el francés entiende que la mujer posee sin necesidad de artificios.
Y es que, para Julien Fournié, si hay alguien que sabe apostar por la excelencia del saber hacer, esa es la mujer; un ser excepcional que busca tejer a su medida ese traje capaz de dotarla de armas que la conviertan en alguien invencible a la hora de decidir sobre su propio destino.