Adios a Fernando Botero
Fernando Botero, es el artista colombiano mas internacional, creador de figuras gordísimas, voluptuosas y caprichosas. Ha muerto en 2023 dejando un legado para la posteridad, con miles de sus inconfundibles personajes de cuento.
El estilo de Botero es único. Sus pinturas y esculturas pueden gustar o no pero su obra es reconocida a primera vista. Incluso existe el término “boterismo”. Porque el pintor creó un estilo único de formas, volumen, textura y distorsión. Su arte dió la vuelta al mundo y obtuvo precios récord en subastas.
Fernando Botero fue un artista, pintor, escultor y dibujante figurativo colombiano. Es reconocido por sus personajes de formas redondas y regordetas, rallando la obesidad, que se convirtieron en un emblema del arte colombiano.
Botero nació en Medellín, Colombia (1932), hijo de un modesto comerciante, David, y de Flora. Tuvo tres hermanos. Deseaba ser torero y pasó su infancia en una escuela de toreo. Dejó el mundo de la tauromaquia, aunque regresaría a él años después, en sus pinturas.
Su vida artística alzó vuelo a los 14 años cuando decidió dedicarse al arte. Su madre le apoyó en su determinación, sin garantizarle el dinero para sus estudios.
Nací distinto. Vengo de una pequeña ciudad en Colombia. No nací en Nueva York, Londres o París
Su primera muestra fue la Exposición de Pintores Antioqueños (1948). Tuvo su primera exposición individual en la Galería Leo Mati de Bogotá. Su óleo “Frente al mar” ganó un premio en el Salón Nacional de Artistas.
Fue tal el placer que sentí que a los 18 años abandoné el colegio para dedicarme totalmente a pintar. Soy artista desde entonces. No he hecho otra cosa.
Fue a Madrid para estudiar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Botero viajó 2 años por Francia e Italia. En Florencia aprendió la técnica de pintura al fresco en la Academia San Marcos. En México estudió la obra de Diego Rivera y Clemente Orozco.
El artista se casó tres veces, la primera con Gloria Zea, con quien tuvo tres hijos: Fernando, Lina y Juan Carlos. De regreso a Bogotá, fue nombrado catedrático de Arte en la Universidad Nacional. Se divorció y viajó a Nueva York, donde instaló su residencia. Allí comenzó a experimentar con el volumen de objetos y personajes en sus pinturas.
Sus originales creaciones voluptuosas fueron acaparando la atención de los críticos de arte. En poco tiempo, el pintor había creado cientos de dibujos y 1.000 pinturas.
Botero se casó con Cecilia Zambrano y tuvieron a su hijo, Pedro, que tuvo una muerte prematura, con solo 4 años. Estaban de vacaciones en España, viajando de Sevilla a Córdoba. En el accidente, el niño murió.
Botero sufrió el duelo de la muerte de su hijo menor, dejándole sumido en una profunda tristeza. Se encerró en Nueva York a dibujar cientos de dibujos de su hijo hasta conseguir hacer un cuadro grande, “Pedrito a caballo”. Después abandonó la pintura por un largo periodo y se divorció de su esposa Cecilia.
Plasmó su dolor en el retrato del niño. Para honrarle, donó 16 obras al Museo de Antioquía, en Medellín, su ciudad natal. Allí quedó la “Sala Pedrito Botero”.
Tras abandonar la pintura, comenzó a experimentar con la escultura, que le aportó grandes éxitos. Los materiales preferidos para sus enormes figuras tridimensionales fueron bronce, mármol y resina fundida.
En 1978 Botero retomó la pintura y desde entonces alternó ambas artes. Botero pintaba mañana y noche, en absoluto silencio, pues no permitía que nada lo distrajera.
Fernando Botero fue extremadamente disciplinado. Trabajaba todos los días de todos los años. Para el, no existían fechas de descanso, ni fiestas, ni fines de semana. En Navidad pintaba. En su cumpleaños pintaba. En Año Nuevo pintaba.
Amó entrañablemente la tierra donde nació. Hizo varias donaciones al Museo de Antioquia (Medellín). Actualmente, expone su gran exposición retrospectiva. En 2002 donó para su Plaza de las Esculturas, 23 obras al aire libre.
Botero presentó también volumétricas esculturas monumentales por las calles y plazas de Montecarlo (Mónaco) y en los Campos Elíseos de París. Fue el primer artista extranjero en exponer así.
En 1995 su escultura en bronce “Pájaro”, de 1’8 toneladas, fue dinamitada en un parque de Medellín, causando la muerte de 22 personas. Además del atentado, Botero sufrió el juicio y encarcelamiento de su hijo mayor, Fernando. Pasaron años hasta que padre e hijo se reconciliaran.
Su última esposa fue la griega Sophia Vari, también escultora. Curiosamente ella creaba figuras muy estilizadas que contrastan con las de su esposo. Ambos compartieron la pasión escultórica. Sophia falleció en mayo 2023, dejándole viudo por poco tiempo.
El colombiano internacional falleció en septiembre 2023 en su casa de Montecarlo (Mónaco) con 91 años, rodeado de sus hijos y nietos, apenas cuatro meses después de la partida del gran amor de su vida.
En sus obras están inmortalizados toreros de pantalones apretados, mujeres sexis, prostitutas voluminosas, campesinos atildados, sacerdotes de otra época, todos coloridos.
El gusto por las obras de Botero lo llevó a consagrarse como uno de los artistas favoritos del mercado de arte latinoamericano, en sus últimos años de vida.
En 2011, En New York, Sotheby’s vendió “Familia” por 1,4 millones de dólares y Christie’s vendió su escultura monumental “Bailarines” por 1,76 millones. Pero el éxito económico no transformó su personalidad. Siempre destacó por su sencillez y sinceridad.
Obtuvo reconocimientos como el Premio Internacional de Escultura de la Bienal de Sao Paulo y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
Como los creadores del Renacimiento, fue pintor, escultor, dibujante y acuarelista. Botero es uno de los artistas más prolíficos del siglo XX.
Botero, como Picasso, es como una locomotora que trabajando sin cesar, busca incansable, nuevas formas de expresión, en el fondo, busca una forma de convertirse en inmortal.
Botero solía esquivar la muerte, de la que se burlaba a su manera en sus pinturas, como cuando inmortalizó en retratos póstumos a su hijo Pedrito.
No quiero que me recuerden, en absoluto, quiero seguir vivo toda la vida.
