William Blake, artista profeta del bien y del mal
La melancolía, la ansiedad y la locura, son temas recurrentes en las obras del inglés William Blake. Imagina y pinta fuerzas sobrenaturales, más allá de la comprensión humana, que escapan al control de los mortales.
En su obra, este artista visionario, enfatiza la fragilidad del ser humano ante un mundo hostil. Con una técnica impoluta y dibujo magistral, nos presenta un universo de emociones extremas: amor, horror, sueños y violencia.
«No me interesa razonar y comparar: lo mío es crear».
William Blake fue un pintor, poeta y grabador. También visionario, profeta y precursor, adelantándose en décadas, al Romanticismo (1780-1990).
Este era el estilo de los artistas que desean redefinir la figura del hombre y el papel del arte en un mundo que se enfrentaba a grandes cambios. Con la Revolución Francesa y Napoleón en el poder, los artistas sintieron la necesidad de crear obras con temas de caos, ambigüedad y confusión.
Movimiento, color y dramatismo, se convirtieron en protagonistas de sus obras. Como mas tarde verían los artistas Románticos, para Blake, el mundo es un lugar dominado por la naturaleza y fuerzas internas, destructivas e incontrolables para el hombre. En contraste con esta naturaleza salvaje, el ser humano es pequeño, vulnerable y se encuentra en peligro permanente.
Nació en Londres (1757), el tercero de siete hijos, de James Blake, un calcetero. Asistió a la escuela hasta los 10 años, siendo educado en su casa por su madre Catalina Wright. Se inició en la escritura con sólo 12 años, publicando su primera obra: Esbozos Poéticos.
Se matriculó en una escuela de grabado con 14 años, trabajando como aprendiz del grabador James Basire. Posteriormente estudió en London Royal Academy. Pronto se rebeló contra las doctrinas estéticas de su Director, el prestigioso pintor Sir Josua Reynolds, defensor del Neoclasicismo.
Sus poemas más populares, Canciones de Inocencia y Canciones de Experiencia, tienen un exquisito estilo lírico.
En 1784 fundó una imprenta en su casa. Aunque fracasó inicialmente, años después pudo ganarse la vida como grabador e ilustrador.
Considerado Prerromántico, su obra gráfica desafiaba las convenciones artísticas del siglo XVIII.
La pintura de Blake, basada en visiones fantásticas de rico simbolismo, tiene una fuerte influencia del genio italiano, Miguel Angel.
Resulta evidente su inspiración del Renacentista, por la exagerada musculatura de sus figuras y la potencia de sus escorzos. Destaca su Anciano de los días, que conforma el frontispicio de su profético Poema Europa.
Dedicó gran parte de su pintura a temas religiosos: ilustraciones para El viaje del peregrino de John Bunyan y El libro de Job de la Biblia. También creó dibujos paganos: Poemas de Thomas Gray y 537 acuarelas para Ideas nocturnas de Edward Young.
Blake veía la pintura y la literatura como dos medios de expresión para una única misión espiritual. Ambas son inseparables para apreciar su obra.
Blake aborrecía la esclavitud y creía en la igualdad sexual y racial. Varios de sus poemas y pinturas expresan una noción universal de humanidad.
«Para ver un mundo en un grano de arena y un paraíso en una flor silvestre, sostén el infinito en la palma de la mano y la eternidad en una hora».
En 1800 se trasladó a la ciudad costera de Felpham, donde trabajó tres años, patrocinado por William Hayley. En sus obras de madurez aparecen las grandes épicas visionarias escritas y decoradas: Milton, Vala, Los cuatro Zoas (aspectos del alma humana), y Jerusalén.
Escribió Una isla en la luna, colección de cartas y poemas breves. Fue denominado el Manuscrito Rossetti, pues lo adquirió el famoso pintor inglés, líder de los Prerafaelitas, Dante Gabriel Rossetti.
Blake hace una distinción entre el Dios del Antiguo Testamento, cuyas restricciones rechazaba, y el del Nuevo Testamento: Jesucristo, a quien consideraba una influencia clave positiva.
El título de una de sus obras define la contradicción del artista (la de todo ser humano), siempre buscando el delicado equilibrio entre el bien y el mal: Matrimonio de cielo e infierno.
Aplicó su arte pictórico para ilustrar sus propios libros propios y los de otros escritores: El Paraíso perdido de John Milton (1667) fue su obra favorita. Consta de 10.000 versos blancos, escritos sin rima.
Paradise Lost es una obra narrativa. Se considera un clásico de la literatura inglesa y obra maestra de la literatura universal. El poema es una epopeya bíblica sobre la caída de Adan y Eva. Trata sobre el dilema del bien, el mal y el sufrimiento.
Pretende responder a la incógnita de porqué un Dios bueno y todo poderoso, permite el pecado, cuando podría evitarlo. Comienza expresando el fin de «justificar los caminos de Dios». Describe, con descripción psicológica, a los protagonistas: Dios, Adan, Eva y el diablo.
La relación que hay entre los poemas y las ilustraciones es compleja y exige imaginación por parte del lector. Blake se inspira, no tanto en el tema del poema, sino en la sensación que transmite.
La obra comienza en el infierno (descrito como permanente insatisfacción y desesperación). Allí Satanás (definido como sufrimiento), decide vengarse de Dios de forma indirecta, atacando a los seres recién creados que viven en estado de felicidad permanente. Otros personajes relevantes son los Arcángeles San Miguel y San Rafael. Un dato curioso. Como hombre y creador, el artista se centró en temas místicos.
A título póstumo, William Blake fue reconocido como Santo por la Ecclesia Gnostica Catholica. En 1949 se creó en Australia, el Premio Blake al Mejor Arte Religioso, en su honor.
Aunque Blake permaneció oculto, siendo desconocido durante toda su vida, actualmente es considerado un genio. Por la relación entre su poesía y sus grabados, se le honra como ejemplo del «Artista total». Según el periódico The Guardian:
«William Blake es, con diferencia, el mayor artista que ha existido en Gran Bretaña».
Falleció en Londres en 1827 y fue enterrado en una tumba sin nombre, con su esposa, en el cementerio Bunhill Fields, destruido por los bombardeos nazis en la II Guerra Mundial. Recientemente (2018), se reconstruyó su lápida en una plaza pública.
Su vida se podría resumir con sus propias palabras:
«La imaginación no es un estado, es la existencia humana en sí misma».
