Adios a Martín Chirino, mago de la espiral.
El escultor ha fallecido pero su obra es eterna y con ella permanece para siempre este poeta del espacio, escultor del viento, titán de la arena y el hierro.
Ha muerto con 94 años un genio de la Escultura Abstracta, fundador del Grupo El Paso, el más cosmopolita artista canario del siglo XX, un intelectual del arte.
Nunca renunció a sus raíces, las islas Canarias, donde volvió siempre que pudo y donde deja el valioso legado de una fundación con su nombre, el Castillo de la Luz. Martín Chirino nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1925, junto al mar, en un medio familiar ligado a los astilleros del Puerto de La Luz.
«Al pasear por Las Canteras, la playa urbana de mi infancia en las Palmas, me preguntaba cómo podría abrir el horizonte y pasar al otro lado. En cierto modo lo he logrado»
Desde muy niño, utilizó herramientas en un mundo que le llenaba de asombro y pasión por la artesanía del hierro y la talla de la madera. Circunstancias decisivas en su trayectoria, pues su obra hace continuas referencias a su tierra. Su cultura ancestral ejerció una poderosa influencia para el uso del hierro forjado, trabajo artesano de profunda tradición española. Como dijo Antonio Saura, supo sintetizarlo con modernas teorías espaciales.
«Mi obra no es un gesto sino una presencia. Se engaña quien piense que, por caminos de exquisiteces, voy a la evasión. Por eso ella persigue la simplicidad, carente de adherencias y elementos postizos. Intenta fluir en el espacio creciendo desde dentro. Es orgánica en sus formas. No se desarrolla por aditamentos»
Con 23 años, Chirino viajó a Madrid para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. En Italia estudió los clásicos, completando su formación en Inglaterra, en London School of Fine Arts. De vuelta en Canarias, realizó “Reinas Negras”, serie influenciada por el arte africano y el Surrealismo.
Fue uno de los fundadores del Grupo El Paso (1958), junto con artistas como Saura, Canogar, Feito, Millares, Rivera… A partir de la exposición “New Spanish painters and sculpters” en el MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York), la presencia de Chirino en USA fue frecuente.
Realizó proyectos monumentales inspirados en la espiral del viento. Era un vestigio inspirado por el legado de los primeros pobladores de su isla natal y sus investigaciones sobre la estética africana.
«Me considero un estoico apasionado, desde el convencimiento de que, sin pasión, no hay vida»
Sus esculturas, a menudo de grandes dimensiones, responden a un doble impulso. Por un lado, el diálogo con arte primitivo y materiales del paisaje nativo de las Islas. Los lee con ojos de evocación imaginativa y memoria del artista adolescente que soñaba con mover el horizonte de su playa. Por otra parte, un poderoso impulso sísmico que genera todo tipo de geometrías espaciales curvas.
Sus amadas espirales son capaces de iluminar el espacio que las rodea y de ser a la vez, enigma y revelación.
Es un representante de prestigio de la Escultura Abstracta Española. Fue nombrado Presidente del Círculo de Bellas Artes (Madrid) y Director del Centro Atlántico de Arte Moderno (Las Palmas).
En 2005 inauguró su Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino en el Castillo de la Luz, la fortaleza defensiva más antigua de Canarias, del Siglo XV. Remodelado como espacio artístico, fue inaugurado por Don Felipe y Doña Letizia. Los arquitectos Nieto y Sobejano recibieron la Medalla Alvar Aalto de Arquitectura por su proyecto de rehabilitación que fue también finalista del Premio Mies Van der Rohe.
«Mi deseo es que mi obra pueda ser observada en el Castillo de la Luz con naturalidad, como si siempre hubiese estado allí”
Su obra es inmensa y permanece en plazas, museos y colecciones. No cesó nunca de dibujar y de esculpir. Así cumplía una vocación con la que desafió la edad hasta su último suspiro.
«Yo soy el hombre que, gracias a su obra, está hecho de una sola pieza. Pero también lleno de dudas»
El artista universal acababa de terminar su biografía inédita, “Memoria esculpida”. Su testimonio, a partir de su origen isleño, se extiende por tres continentes: Europa, donde nació y vivió, Africa, clave en su letapa de formación y América, donde residió en Nueva York, a orillas del río Hudson.
«Soy un solitario errante y cosmopolita. El único límite al nomadismo perpetuo está en el taller, que es mi verdadero hogar»
Chirino bebió de las vanguardias para erigirse en aventajado representante del Grupo El Paso, una burbuja de novedad e informalismo en la posguerra española.
«Con esos mimbres innovadores, encontré la sintonía con El Paso, que fue para mí un oasis de motivación, en cierto modo inaudito, en aquel páramo de la cultura franquista, cuando la hegemonía del arte estaba copado por el realismo más elemental»
Martín Chirino encarna la condición de herrero y alquimista, dotado de una extraordinaria concepción poética de la escultura.
«Vivo ante el borde que limita con el misterio y el peligro, esa encrucijada, es osadía plena que me hace rebelarme constantemente. Son los hechos los que nos definen. Crear esculturas es vivir siempre con un extraño y maravilloso temblor»
Rescató la primitiva forja y se permitió transformarla con el impulso vanguardista del Siglo XX. Dialogó con la idea de Julio González de la escultura como “Dibujo en el espacio”. Es evidente el tributo que su obra rinde al concepto Menos es más, proclamado por Mies van der Rohe como lema de la escuela Bauhaus: ocupar el máximo espacio con la menor materia posible.
La naturalidad que Chirino transmitió a sus hierros muestra que no hay nada fingido. Es sencillez y austera serenidad. Sorteó la filosofía nihilista para sugerir trayectos alegóricos, caminos en espiral que transmiten una singular esperanza en tiempos oscuros.
«Cuando descubro la vida de los hombres me siento disparado hacia una huida incesante. Los veo enredados en la aceptación
cotidiana de las cosas como en un mundo de máscaras que me es ajeno»
En Chirino, el fuego, que se aviva con el viento, ocupa el centro. Por el fuego pasan las más antiguas transformaciones, hasta constituir todo un cosmos. En la cosmovisión del escultor, la forma deviene espiral incendiada, metáfora del movimiento eterno del universo. La espiral, su eterno emblema, arranca de la primera llama de la cosmovisión aborigen. Es la idea mágica de quienes pensaron el mundo como la expansión de un centro, cuya alma es el fuego y su forma, un laberinto.
«Una espiral es el principio y el fin: hacia adelante y hacia atrás es lo mismo. Es el principio de la vida y de lo otro: sus puntos suspensivos. No sé dónde empieza una obra y dónde acaba… eso es la espiral»
A partir del abismo insondable, surge el círculo de hierro que el fuego incendia y expande. Desde un centro que se desplaza, el escultor dibuja un orden y movimiento que penetra el espacio para convertirlo en el lugar del mundo. La cosmovisión de Chirino oscila entre un bosque oxidado y un jardín telúrico, donde busca restaurar la armonía. A veces, la simetría se oscurece y un juego alegórico pretende recomponer la unidad perdida, extraviándose en el laberinto de las sombras. Las partes en el lugar del todo, hechas ahora fragmentos de lo ausente, reconstruyen un mundo marcado por el silencio.
«Un cierto sufrimiento es consustancial al proceso creador. Es lo que los británicos llaman discomfort, y que alude tanto a la disconformidad como al desasosiego. En cierta medida, el dolor es el peaje que pagamos para alcanzar un bienestar y una armonía con nosotros mismos»
Como Chirino adoraba la espiral, nos atrevemos a rendirle un modesto homenaje con un pensamiento positivo. Si la espiral es el principio y el fin, entonces, la vida eterna que esperamos tras la muerte, va hacia adelante mientras, detrás queda la obra realizada. Si el artista es el origen, creador, principio de vida de cada escultura, lo otro, sus puntos suspensivos, son el legado de sus obras. Le deseamos un feliz viaje en espiral ascendente a este esculturor genial que tanto trabajó lo material. Ahora ya ha pasado a formar parte de ese otro mundo que
nos espera a todos: la dimensión inmaterial y etérea, la espiral hacia el desconocido infinito.